Seguramente nunca te ha pasado que llegado a un punto de la obra, te has encontrado con algo que no estaba definido en el proyecto, a que estando definido no estaba del todo resuelto, o que simplemente hubo un cambio al principio de la obra y ahora afecta a este instante y no se puede ejecutar como estaba previsto.
Dejando la ironía a un lado, todas estas situaciones provocan imprevistos o retrasos, o ambos, y parece que nadie es el responsable, pero hay que resolverlo, y para ayer.
Como contratista seguramente te habrás encontrado en la situación de que un imprevisto, es como una bola de nieve que empezó siendo algo sin importancia en un plano, y se ha convertido en un problema con una solución que conlleva un retraso o un coste económico que no estaba previsto.
El replanteo de aquel forjado, que se desvió 5 cm y desplazó un tabique 10 cm, y esa puerta de 82 cm ya no cabe en el hueco, y la carpintería ya está acopiada en obra, lista para colocarse, no podemos reducir el tamaño de la puerta, y no podemos descartar colocar esa puerta porque sino tiene esa dimensión, no cumplimos la normativa y no tendremos licencia de primera ocupación. ¿Qué hacemos?
Todas estas situaciones nos provocarán seguro un retraso y un sobrecoste, y alguien lo acabará pagando, ¿adivinas quién?
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