La situación en el sector de la construcción está en unos límites que no esperábamos, por una parte el aumento del precio de la energía, y en consecuencia del coste de los materiales, y por otra parte la falta de mano de obra, ambas circunstancias pueden provocar la tormenta perfecta que haga zozobrar a este transatlántico, encargado en gran parte de la recuperación económica. Este hecho, el desabastecimiento de materiales y personal que pueden paralizar la actividad económica, mermada por la pandemia mundial y por unos datos económicos dopados por la inyección de capital recibida de Europa y el mantenimiento de los ERTE, de momento hasta febrero, después veremos que pasa, pero entiendo que después de febrero con la llegada de la primavera, el turismo comience a desperezarse, lo que puede paliar el efecto rebote en el empleo.

Todo esto me lleva a reflexionar, conectándolo con la noticia de hace un par de meses, de la construcción de un edificio de viviendas en China, en unas 48 horas. Es evidente que el titular disimula la cantidad de horas de prefabricación que tiene el edificio, pero bien es cierto que el montaje se produjo en algo menos de dos días. Pues como decía, me lleva a reflexionar sobre el desabastecimiento de materiales y personas, y la construcción en un tiempo récord, que puede sobrellevar los efectos de esta tormenta, o más bien la vive de puertas hacia dentro, planificando previamente y cuando las condiciones de materiales y de personal lo permitan realizar la puesta en escena en un tiempo récord. Pero la construcción en general funciona de otra forma, se empieza en modo contrarreloj desde el primer día, con una planificación bien llevada por los profesionales de la obra, pero que se ven desamparados ante las situaciones que no estaban previstas, y con las previsiones económicas arengando para terminar con calidad y en plazo.

Como siempre, saldremos de ésta